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viernes, 29 de enero de 2010

Capitulo 5

Llegó el siguiente día pero, desgraciadamente, no había instituto. Quería llamar a Ester y contarle todas las novedades sobre César y yo pero de repente se me vino una imagen de César a la cabeza y la condición que pactamos anoche. No le podía decir nada a Ester o César se enfadaría conmigo y no me volvería a querer hablar pero, sin embargo, si no le contaba nada a Ester sería como engañarla y yo no puedo engañar a una persona que a estado apoyándome en todo momento y aguantando mis paranoias monumentales, y como una amiga es siempre más importante que un niño, sea tu novio o no lo sea, decidí contarle a Ester lo ocurrido haciéndome jurar que no diría una palabra a nadie.
Cuando le terminé de contar lo que había pasado, Ester, me miró con una cara de “¿una condición? ¿Sois pareja o va por contrato?” pero solo dijo:
-¡Qué inmaduro! Miranda, ese chaval ¿que se cree que eres? ¿Una negociadora? “Cerramos el pacto, ya tenemos condiciones” –Dijo imitando a César de una forma muy graciosa.
-Pues no lo sé Ester, hombre, a mi no me gusta mucho eso de las condiciones pero por probar no pasa nada ¿no?
-Supongo…
-Pues eso, lo importante es que estoy con él, no me importa lo demás ni las condiciones que ponga.
-Pues ya te debe de gustar… -Dijo Ester entre dientes.
-¿Cómo? –Dije haciéndome la tonta.
-Nada, nada…
-Amm…vale.
Y seguimos hablando del tema de César pero, de repente, Ester dijo:
-Lo sabía.
-¿El qué sabías? –Dije desconcertada.
-Que tú y Cesar ibais a terminar juntos, que a César sí le gustas tú.
-Bueno…yo al principio no me lo creía pero al final es verdad. Menos mal que borre la idea de olvidarme de él de mi cabeza si no ahora no me estaría pasando esto.
-Pues menos mal –Dijo Ester sonriendo.
-Bueno yo me voy, que mi madre está mala y necesita ayuda con mi hermano.
-Vale, dile a tu madre que se mejore.
-Vale, se lo diré, adiós.
-Adiós.
Fui a casa, estuve jugando con mi hermano mientras mi madre dormía una merecida siesta, vimos una película y por la noche ayudé a mi madre a preparar la cena. Mientras colocaba los platos hablé con ella:
-Mamá, no quiero que creas que soy una inmadura por eso no quiero ocultarte nada.
-¿Qué has hecho Miranda?
-Yo…pues… ¿sabes quién es el vecino de casa de la abuela?-¿César?
-Sí. Pues ese…
-Te gusta –Dijo mi madre acabando la frase.
-Sí, pero no solo me gusta, es que…estoy saliendo con él.
-Miranda, sabes que no me gusta que tengas un novio a esta edad.
-Ya mamá, pero es que él a mi me gusta y yo también a él así que…además no es nada malo salir con alguien.
-No es que sea malo, es que eres muy pequeña.
-Mamá no soy tan pequeña como tú te crees.
-Ya lo sé, Miranda. Pero no quiero que tengas novio, puede ser un amigo especial.
-Bueno, llámalo como quieras.
Cuando terminé de cenar me fui al salón a ver la televisión hasta que sonó el teléfono:
-¿Diga?
-Hola, ¿está Miranda?
-Sí, ¿Quién eres?
-Soy César.
-¿César? Hola, soy yo, Miranda.
-Ah, hola Miranda pues te he llamado para ver si podías quedar.
-Pues no lo sé, ¿cuándo?
-El viernes.
-Vale, ¿a las 17:30?
-Vale.
-Bueno pues hasta el lunes ¿vale?
-Claro. Adiós.
-Adiós, que descanses.
Colgué el teléfono y me fui a la cama, pensé en lo que haría mañana y en el viernes, ¿para que querría quedar? De cualquier manera sería algo que averiguaría pronto.
Llegó el domingo y llamé a César al móvil:
-Hola, ¿está César?
-Sí, soy yo.
-¿Puedes hablar?-Sí claro, no estoy haciendo nada.
-Vale.
-¿De qué quieres hablar?
-Cuéntame algo sobre ti, es que apenas te conozco…
-Pues mi padre es militar en la base de Rota…
-¿En serio? ¿Tu padre es militar? –Dije sorprendida-Sí… ¿En qué trabaja el tuyo?
-Pues mi padre trabaja en Cádiz electrónica. ¿Dónde vives?-En Vistahermosa
-Anda…donde están todos los adinerados ¿no?
-Jajaja, pues sí.
-Amm… ¿Pero tú no vivías encima de casa de mi abuela?
-No, esa es la casa de mi primo.
-¿En serio?, pues yo creía que no…
-Pues sí.
-Amm… ¿Dónde naciste?
-Nací en Munich
-Y eso está en… -Dije con intención de que él acabase mi frase.
-…en Alemania. –Dijo riéndose.
-Lo siento, es que yo de geografía…poco, la verdad. Entonces eres alemán, ¡vaya!, qué pasada.
-Bueno no es para tanto, es otro país, como España.
-Sí ya claro, pero no es España.
-Ya…
-Bueno ha sido divertido hablar contigo pero me tengo que ir a casa de mi abuela, Adiós.
-Vale, adiós guapa.
Colgué y me preparé para ir a casa de mi abuela. En casa de mi abuela lo que hice fue preguntarle a ella, que sabía más sobre César, lo que él me había dicho.
-Abuela, César… ¿Dónde vive?-¿César? Aquí arriba.
-¿No vive en Vistahermosa?
-No, que va. Él vive aquí lo que pasa es que él no quiere.
-¿Cómo? Explícate.
-Pues que la madre es la criada en una casa de Vistahermosa y él muchas veces se va a dormir allí porque los dueños de la casa lo han “criado” pero el en verdad vive aquí arriba con su madre, su padre y su primo que ha venido a buscar trabajo.
-¿Y cómo se llama la señora de la casa?
-Laura.
-Amm…bueno, pero su padre es militar en la base de Rota ¿no?
-¿En la base de Rota? Qué va, el padre trabaja de mecánico.
-¿En serio?
-Claro – Afirmó mi abuela muy segura de sí misma
-Y… ¿Cómo sabes tú todo esto?
-Pues porque Marina, la madre de César, viene a pagar la comunidad y se queda hablando conmigo sobre sus problemas.
-Amm… Oye abuela y César, ¿de dónde es?
-De Alejandría.
-Sí ya vale, pero eso exactamente ¿dónde está?
-¿Qué nota has sacado en geografía Miranda?
-Eso no viene a cuento abuela, ¿dónde está?
-En Egipto.
-¡Egipto! ¿De verdad abuela?
-Que sí…
-Pues me ha engañado totalmente, ¿qué hago?
-No lo sé Miranda, pensaré en algo pero si tienes alguna pregunta más, dímelo ¿vale?
-Claro abuela. –Dije “contenta”.
No me podía creer lo que pasaba, ¿por qué me mentía?, no me gustaban nada los mentirosos, bueno en verdad, a nadie le gusta que le mientan pero si es tu novio, mucho menos. No sabía que hacer, quería decírselo a alguien y desahogarme para no cometer ninguna locura. Pedí a mi madre que me llevará a casa y cuando llegue llamé a Ester lo más rápido que pude, pero no me lo cogía. De repente sonó el teléfono. “¡Ester!” pensé y corrí a por él, pero en realidad no era Ester era…
-¿Lucía? – Dije extrañada- ¿Qué querrá?
Lucía fue, como dije antes, la novia de César y mi mejor amiga hasta que llegó Andrea y lo estropeó todo. Lucía y yo éramos exactamente iguales, la diferencia era que ella es rubia y yo morena, nos llevábamos de lujo hasta que llegó Andrea y me separó de ella. Pensaréis que Andrea se hizo amiga de Lucía y me dejó a mi tirada ¿no? Pues, muy a mi pesar y me arrepiento mucho de ello, fue al revés. Yo me separé de Lucía porque a Andrea no le caía bien, me llenó la cabeza de paranoias y defectos que tenía Lucía y acabé creyéndomelo todo. Fue una de las muchas cosas que me arrepiento de haber hecho y en realidad no es solo culpa de Andrea, también tengo yo la culpa por hacerle caso y por no valorar la amistad de Lucía. Ahora me llevó muy bien con ella pero no es igual que antes, ella es de una manera y yo de otra muy diferente, así que no nos compenetramos tanto como antes pero eso ahora daba igual.
Cogí el teléfono.
-¿Diga?
-Hola Miranda, soy Lucía. ¿Tienes tiempo?
-Sí claro. ¿Qué me tienes que decir?
-Pues, ¿te gusta César?
-No…- Dije con una voz muy poco convincente.
-Amm… Bueno pues si te gusta, ten mucho cuidado con él porque es muy mentiroso.
-¿Por qué lo dices?
-Porque a mí, cuando yo estaba saliendo con él, me mentía.
-¿Qué te decía?
-Pues que su padre era abogado y cosas por el estilo.
-A mí me ha dicho que su padre es militar en la base de Rota.
-Pues por eso te lo digo. No te fíes de él.
-No te preocupes, mi abuela es su vecina y lo sabe todo sobre él. Si me miente yo se lo pregunto a mi abuela y problema resuelto, pero gracias de todas formas.
-De nada, bueno pues adiós.
-Adiós guapa, gracias, otra vez, por haberme llamado para avisarme.
-De nada, otra vez, adiós – Dijo Lucía riéndose.
-Adiós – Dije riéndome también y colgué el teléfono.
Inmediatamente después de colgar el teléfono llamé a Ester, otra vez, haber si ésta lo cogía. Por suerte sí lo cogió y le conté todo lo que me había dicho Lucía y mi abuela para que ella opinará y sacará sus conclusiones para ver si se asemejaban a las mías, y lo que dijo fue…
-Será mentiroso…- Dijo Ester resignada y furiosa- Miranda, no me gusta nada que te mienta como le dé la gana, ¿qué vas a hacer?
-Pues de momento seguirle el rollo y mandarle indirectas haber si confiesa.
-¿y si no lo hace?
-Pues…si no lo hace no sé, pero no me gusta que nada más empezar empiece con mentiras.
-Ni a ti ni a nadie. Puedes hacer lo mismo que él, miéntele.
-No, no me gusta mentir, yo no soy así y no quiero que me llamen…
-…mentirosa porque no lo eres –Dijo Ester acabando mi frase- Me parece muy bien que no quieras mentir pero ¿qué vas a hacer si no?
-No sé, ya pensaré algo, a lo mejor se lo digo y le confieso que sé que me está mintiendo, haber que dice.
-No le gustará nada, por lo poco que conozco a ese chico sé que no le gusta perder.
-Pues está vez será totalmente diferente.
-Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
-No lo sabes tú bien, Ester, no lo sabes bien. Es que encima me dijo que vivía en Vistahermosa, pff…hubiera sido el colmo si me hubiese dicho que se llama Casimiro.
Ester se rió.
Cuando terminé de hablar por teléfono, colgué. Quería conectarme en el ordenador para ver si estaba conectado pero no esperaba que me dejaran porque ya era tarde así que me aguante pero entonces pensé que podía llamarlo y preguntarle, y eso fue exactamente lo que hice.
-¿Hola?
-Hola César, soy Miranda. ¿Puedes hablar?
-Sí, claro. ¿Qué querías decirme?
-Pues nada…que… ¿qué es lo que más te gusta de una chica?
-Pues me gusta que sean agradables ¿y a ti?
-Que sean siempre sinceros. La sinceridad es muy importante para mí y la confianza también porque, piensa, que pasaría si yo no confiará en ti, eso no sería nada bueno.
-Pues sí, la confianza es importante.
-Y sobre todo la sinceridad, no se te olvide.
-¿Qué es lo que no te gusta de un chico?
-Pues lo me no me gusta nada es que me mientan, porque al igual que la sinceridad es importante las mentiras también lo son pero en el sentido contrario, me explico. Las mentiras son importantes pero en el mal sentido de la palabra porque mentir no está bien. Odio a los mentirosos, es la clase de persona que no aguanto para nada porque nunca sabes si te mienten o te dicen la verdad. Nadie se fía de los mentirosos y yo tampoco. A mí no me gusta mentir pero cuando miento, miento bien. Todo el mundo sabe mentir, lo que pasa es que mentir no es lo correcto y no hay que hacerlo nunca. ¿Tú serías capaz de mentirme alguna vez?
-¿Yo? Yo nunca miento.
-Amm… pues menos mal porque para mí la confianza es muy importante y si no hay confianza no funciona una relación.
-Exacto, pero… ¿Me estás insinuando algo?
-No, qué va, ¿por qué?, ¿te lo ha parecido?
-Un poquito…
-Pues no, para nada.
-Amm… Pues yo pienso que mentir no está bien pero que hay algunas ocasiones que hay que hacerlo
-¿Ocasiones?, ¿cómo cuales?
-Pues…no sé... (Estaba nervioso, se le notaba en la voz) pues…por ejemplo mentir cuando no quieres que sepan la verdad.
-Pero por qué no querrá alguien que se sepa la verdad.
-Porque a lo mejor no le conviene.
-Pues no sé, pero hay personas que no les importa cual sea la verdad siempre que haya alguien que se la diga.
-Ya, pero ese tipo de persona no abunda mucho.
-Pues a mi me da igual cual sea la verdad, solo quiero que me la digan y que no me mientan.
-A nadie le gusta que le mientan – Dijo un poco triste.
-Tú lo has dicho, a nadie – Dije muy seria.
En ese momento me di cuenta que nunca iba a reconocer que me había mentido así que decidí esperar a que me soltara otra de sus mentiras y poder soltárselas todas de golpe y decirle que no me volviera a mentir porque lo descubriría. Yo soy una persona que a lo mejor exteriormente parezco tonta porque soy muy buena pero de tonta no tengo un pelo y al parecer César no me conocía tan bien como él creía, mejor dicho, no sabía nada de mí. Las únicas personas que me conocían perfectamente eran mis padres y Ester.
Ester es mi amiga desde la guardería, nos lo pasamos muy bien juntas, somos idénticas. Tenemos el mismo carácter, ella es orgullosa y yo también por lo que a la hora de pedirnos perdón si nos enfadamos es un problema porque siempre pensamos que es la otra la que se equivoca, pero me llevo muy bien con ella la mayoría de las veces y seríamos incapaces de llegar a odiarnos alguna vez. La quiero mucho y siempre ha sido como una hermana para mí aunque no se lo haya dicho nunca. Ahora es mi mejor amiga, se lo cuento todo por lo que no tengo secretos con ella, es mi psicóloga particular.
-Bueno Miranda, tengo que estudiar ¿vale? – Oí de repente por el teléfono.
-¿Estudiar? Sí, claro. Bueno pues entonces adiós.
-Oye antes de que se me olvide, Cristian te ha mandado una petición de amistad así que si no sabes quién es, es mi amigo, acéptalo.
-¿Cristian? Vale, adiós.
-Adiós.
Colgué el teléfono, me duché y me fui a la cama. No tenía hambre así que no cené, había perdido el apetito tras saber que César me mentía. ¿Cómo era capaz? ¿No sabía que me daba igual la verdad? ¿Qué solo quería saberla? ¿Qué no soy materialista? ¿Qué solo quería que fuese sincero?, no era justo. ¿Por qué me habría agregado Cristian?, no lo conocía de nada, no sabía quien era, bueno… la mayoría de sus amigos me caían bien así que no iba a pasar nada, me alegraba de que pudiese hablar con alguien que lo conociese bien.

Capítulo 4

Tocó la campana del recreo y tuve que volver a clase yo sola, sin la agradable compañía ni de Daniela ni de Ester, y para colmo tocaba mi clase preferida, “Matemáticas”, pensé con sarcasmo.
En la clase de Matemáticas no pude pensar con claridad, bueno, en verdad yo en clase de Matemáticas casi nunca pensaba con claridad pero esa vez fue mucho peor. Yo no quería que tocase la campana anunciando el recreo porque, entonces, se armaría una buena en los pasillos pero era algo que no podría evitar, desgraciadamente.
Cuando ya acabaron todas las clases, cómo no…, tocó la campana anunciando el recreo. Salí de la clase y fui al baño de la planta baja, que casualidad que justamente delante hay unos bancos y César y sus amigos estaban estudiando en uno de ellos. De repente se me quitaron las ganas de ir al baño, más que nada porque no quería pasar por allí, pero Daniela sí quería ir al baño así que al final tuve que pasar por allí. Cuando estaba pasando por su lado, le miré y me di cuenta de que todos sus amigos estaban mirándome pero, a diferencia de otras veces, él ni siquiera notó que estaba allí. Ni una mirada, ni una sonrisa…nada. Yo sabía que algo pasaba, él no se portaba tan fríamente conmigo así porque sí, no era normal.
Sería porque a lo mejor sabía por qué quería hablar con él, o a lo mejor porque no sentía lo mismo y prefería guardar distancias. En cualquier caso, todo apuntaba a qué no quería conmigo, no quería que le preguntase, así que decidí no volver al tema y dejarlo estar.
Cuando ya acabó el instituto me dirigí a casa y por el camino Ester estuvo hablando conmigo:
-Miranda, ¿qué ha pasado?
-¿Cómo que “qué ha pasado”?
-Con el tema de César, que al final no se lo has dicho…
-Es que me parecía que no era buen momento, estaba estudiando, no quería molestarle.
-Ya…
Continuamos andando hasta que llegue a la esquina de mi casa y dije:
-Bueno Ester, yo me voy a ir yendo a mi casa, que ya es tarde.
-Vale. ¿Me llamas?
-Claro…Dije un poco tristona pero continué andando.
Cabizbaja, miraba la sucia acera de la calle mientras un silencio me consumía.
Cuando llegué a casa comí, hice la tarea y me fui a la academia de inglés. No era un día fuera de lo normal excepto por lo que había sucedido está mañana en el instituto e intentando borrar la imagen de César de mi cabeza entré otra vez en casa.
-Mamá, por favor, ¿me puedo poner en el ordenador?
-¿Has hecho la tarea?
-Sí. La hice después de comer.
-Bueno entonces vale, ponte en el ordenador pero no por mucho tiempo, que vamos a cenar.
-Vale.
Fui a mi habitación donde estaba el ordenador, lo encendí y me conecté. Tenía muchos comentarios, mis amigas me hablaban por el Chat y tenía una nueva petición de amistad. ¿Quién sería?
Hice clic para descubrir quien era la persona que me había mandado esa petición y… ¿A qué no adivináis quién era?
Era…
-¡César! –Dije sobresaltada, ¿cómo sabía que yo estaba registrada en esta página?
La verdad es que, yo, unos días antes estuve buscándolo pero no lo encontré así que me rendí y no lo busqué más pero es que, ahora, ¡era él el que me había encontrado!
Le di a aceptar como amigo, por supuesto, y resultó que estaba conectado a la misma vez que yo y me dijo “Hola” yo no sabía que contestarle, estaba nerviosa y me temblaba el pulso. No podía ni escribir, ¡no sabía que escribir! Pero al final contesté lo más simple del mundo:
-Hola, ¿qué tal?
-Bien, ¿y tú?
-Bien…
-Oye, ¿me puedes explicar que ha pasado hoy en el instituto?
-Pues… ¿No te has dado cuenta aún?
-Darme cuenta… ¿De qué?
-Pues… (Me temblaba el pulso) de que… ¿En serio que no te has dado cuenta?
-No, bueno lo único que sé es que ¿querías decirme algo?
-Sí…bueno…en verdad yo quería decírtelo mejor en privado en vez de con toda la gente que venía detrás mía, yo creo que todo el instituto estaba allí, pff…
-Jajaja, podría ser. Bueno ¿qué es lo que querías decirme?
-Pues, voy a ser clara ¿vale?
-Vale.
-Me gustas… (No sabía cómo fui capaz de decir tal cosa)
-¿En serio?
-Sí…
-Es broma ¿verdad?
-No. Yo no bromeo con estas cosas
-¿En serio que te gusto?
-Sí…
-No me lo puedo creer.
-¿Por qué no?
-Porque yo te gusto a ti…y tú…me gustas a mí.
Me quedé sorprendida y colorada al leer esto. No podía creer lo que pasaba. Vamos a ver, me lleve un mes estero intentando localizarlo y ni rastro de él, y él, en una tarde, me encuentra. Era… (Mi palabra favorita) surrealista.
-¿En serio? Es broma ¿verdad?
-No, no es broma…
-Entonces… ¿por qué has pasado hoy de mí?
-Es que trajiste a un regimiento detrás tuya.
-Jajaja, no lo llevé, vinieron porque quisieron.
-Bueno, la cuestión es que no quería que me dijeras nada delante de esos porque son unos cotillas.
-¿Cotillas? Bueno…un poquito.
-Querrás decir bastante ¿no?
-Sí
-Jajaja
-Bueno, y entonces… ¿Qué quieres hacer?
-No sé…pero si quieres salir conmigo pongo una condición.
En ese momento pensé que no quería que una relación tuviese condiciones. ¿Qué era una relación o un trato? Desde luego, los niños tienen muy mala mano para estas cosas pero como a mí me gustaba mucho y, muy a mi pesar, pregunté:
-¿Qué condición?
-Que no lo sepa nadie.
-Vale, pero… ¿por qué?
-Porque la gente es muy cotilla y no quiero que estén todo el día hablando de mí.
Yo pensaba que lo que los demás dijeran era problema de cada uno. Que a la gente le gusta mucho hablar, y si es sobre los demás mejor, pero que si no hablan de ti por una cosa, hablan de ti por otra. Me daba un poco de coraje que fuese así. Le importaba mucho lo que dijera la gente sobre él y no quería ser el centro de atención de nada, solo quería pasar desapercibido por los pasillos del instituto.
Pero por probar no iba a pasar nada así que dije:
-Bueno vale, no se lo diré a nadie no te preocupes.
-Vale.
-Bueno César me tengo que ir a cenar, es que me están llamando.
-Vale, hasta mañana, te quiero.
-Y yo, adiós =)
Fui a la cocina tranquila, como si nada hubiera pasado, pero en verdad no me lo podía creer. Estuve todo el día detrás de él, me monté yo sola una paranoia impresionante y al final, por Internet, se soluciona todo. Las maravillas del Internet son increíbles y lo mejor de todo, hacen milagros.
Cuando terminé de cenar me fui a mi habitación a asimilar todo lo que había ocurrido.

Capitulo 3

Al día siguiente les pedí a Ester y a Daniela que me acompañasen a preguntárselo en el recreo, me dijeron que sí pero que ellas solo me acompañaban porque no lo conocían de nada. Yo solamente conocía a César por varias cosas, la primera, es el vecino de mi abuela, la segunda es que fue el “novio” de una amiga mía y la tercera, que algunas veces me pegaba cates y yo salía corriendo detrás de él. César era un año mayor que yo, y me extrañaba un poco que hiciese eso, pero a mí me daba igual, básicamente, porque me gustaba.

Llegó el recreo y Daniela se fue a comprar un bocadillo mientras que Ester hablaba conmigo.
-¿Qué le ha pasado a Noemi que hoy no ha venido?
-Que está mala. Oye, ¿Qué le vas a decir?
-¿A quién?
-A César.
-Pues nada, bueno le diré que él a mí me gusta y si yo no le gusto a él, pues…nada, supongo.
-Seguro que te dice que sí.
-O puede que no…=(
Bajamos las escaleras de la primera planta y fuimos a la cafetería dónde nos esperaba Daniela con un bocadillo más grande que su brazo. Daniela era muy comilona y casi siempre se tomaba un bocadillo enorme, como el que se estaba tomando ahora mismo.
-Vamos al baño, César siempre está por ahí y si nos lo encontramos se lo puedes preguntar ¿no?
-Sí, aunque… ahora no estoy yo muy segura de querer preguntárselo, la verdad.
-No me digas eso Miranda, no eres una cobarde, pregúntaselo.
-Bueno vale…
En verdad no estaba muy segura de lo que iba a hacer, me acercaría a él y luego qué. No tenía ni idea qué decir ó qué hacer, estaba muy nerviosa como para pensar algo y lo que pensé en decirle antes tampoco me convencía. Puede que ese fuese uno de mis muchos defectos, la mayoría de las veces hacía las cosas sin pensar y eso, al fin y al cabo, podía resultar un problema por muchas razones. Yo no pensaba las cosas mucho, pero cuando quería podía pasarme la noche en vela pensando en qué hacer y cómo solucionarlo, como hice esa vez. Lo malo es que pasarse toda una noche sin dormir, aparte de que luego influye bastante en el aspecto de tu cara por la mañana, te debilita mental y físicamente, en resumen, que me estaba cayendo de sueño por no haber dormido lo suficiente y eso, por una parte, influía.
Fuimos al baño y como cada recreo él estaba en la puerta del baño con sus amigos. Yo no conocía a casi ninguno perfectamente, pero por lo poco que los conocía eran simpáticos y me caían muy bien.
Entramos todas en el baño, es decir, Daniela, Ester y yo.
-Miranda, corre, pregúntaselo y no esperes más.
-Por favor Ester no seas más pesada, se lo preguntaré cuando yo vea que es el mejor momento.
En ese momento, Marisa y su grupo de amigas inseparables se acercaron a mí y me preguntaron.
-¿Qué le vas a decir a César?
Yo estaba pensando en responderle “¿y a ustedes qué os importa?” pero me contuve las ganas. No es que me llevase mal con ellas, simplemente es que siempre se metían en los asuntos privados de la gente y eso me molestaba un poco, además no se cómo lo hacían pero siempre se enteraban de todo y eso me frustraba. Así que dije:
-Nada, no le voy a decir nada, ¿por qué lo preguntas?
-Ah…por nada, es que oí que le ibas a decir algo muy importante
-¿Como qué?
-No sé, tu sabrás…es a ti a la que le gusta ¿no?
-¿Quién te ha dicho eso?
-Nadie, no ha hecho falta, se te nota un poco.
-Tú no sabes nada.
-Puede que no, pero no olvides que yo siempre me acabo enterando de todo, te guste ó no.
-Me aseguraré de que esta vez sea diferente -Dije entre dientes mientras se alejaba.
-Que mal rato.
-Dímelo a mí Daniela, dímelo a mí
-Miranda es mejor que se lo digas cuanto antes.
-Ya, ya lo sé, pero no sé cómo
-Mira nosotras lo agarramos y tú le dices todo lo que le tengas que decir y si te dice que no cuando no estés delante, Daniela y yo le amenazamos y ya verás como te dice que sí.
-Gracias Ester pero, me parece que esto es mejor hacerlo sin amenazas de ningún tipo, por favor.
-Bueno vale, pero no te prometemos nada ¿vale?
-Vale, con eso me basta -Dije riéndome.
Cuando salimos del baño, César y su grupo ya se había ido, y no me extrañaba nada porque nos habíamos pasado un buen rato en el baño discutiendo. Íbamos hacia el final del pasillo cuando Isabel, la ex novia de César, me paró.
-¿A ti que te gusta César?
Yo no sabía que responder porque estaba muerta de vergüenza, ante todo yo sabía que tenía que decir que no para no armar un lío del que no sabía si iba a poder salir, pero de repente llegó un chaval bajito que al parecer se llamaba Saúl al que no conocía de nada. Pero supe inmediatamente que se llamaba así porque Isabel le gritó:
-¡Cállate Saúl!
Pensé “¡qué pulmones tiene! Porque para gritar así…hacía falta unos bien grandes, no me ha dejado sorda de casualidad”, Isabel prosiguió:
-No le hagas caso, el pobre nació con el don de la inoportunidad. Bueno, ¿por dónde íbamos?
-Me preguntaste una cosa pero ahora mismo no caigo qué fue -Dije haciéndome la tonta.
-Ah, ya me acuerdo. ¿Te gusta César?
-Mmmm…
-“Mmmm…” ¿es sí?
-No…
-¿Seguro?
-No.
-Entonces es sí ¿no?
-Sí…-Dije en voz muy bajita, pero no debió oírme porque repitió.
-¿No?
-Sí…-Dije un poquito más fuerte.
-¿Y qué le vas a pedir salir?
-No sé…
-Amm, ya veo. Bueno pues como te diga que no…Dijo crujiéndose los dedos de las manos.
En ese momento me asusté un poquito porque yo la conocía poco pero, por lo poco que la conocía, era bastante bruta, como yo. Pero no dije nada, en verdad no sabía que decir, esa situación me superaba. Yo no sabía, en ese momento, que Isabel era la “ex” de César pero si lo hubiese sabido, hubiese hecho dos cosas. La primera, no decirle que a mí me gustaba César y la segunda…me habría desmayado allí mismo. Lo que me estaba pasando era surrealista, no me lo podía creer, pensad en cómo habríais reaccionado y lo que hubieseis hecho, resulta complicado ¿verdad?
Bueno pues, debido a esas circunstancias solo se me ocurría hacer una cosa, salir de allí. Así que me fui lo más rápido que pude, pero poco me duró mi soledad porque de repente Saúl me llamó por la espalda y me dijo:
-Si estás buscando a César, no está por ahí. Ven, yo te llevaré con él.
-Gracias pero no lo estoy buscando, estoy buscando a Daniela y a Ester que han debido de irse cuando Isabel me ha parado en medio del pasillo.
-Da un poco de miedo ¿verdad?
-Un poquito…
-No es nada personal, creo.
-Amm…gracias.
Di media vuelta y seguí hacia delante pero entonces Saúl me empujó hasta el final del pasillo.
-¿Qué haces?
-Llevándote hacia donde está César.
-¿Para qué?
-Pues para que le digas lo qué le tenías que decir ¿no?
-Bueno…ya se lo diré cuando lo vea de pasada por los pasillos, gracias de todas formas.
-¿Seguro?
-Sí, claro…cómo no -Dije no muy convencida.
En realidad, en ese momento no tenía ganas de hablar del tema y no estaba nada segura de que se lo quisiera decir. Ya lo sabía demasiada gente y si esto seguía así, al final, lo iba a acabar sabiendo todo el instituto, y yo no quería eso, simplemente por el hecho de que a la gente le gusta mucho hablar. A mí no me importa lo que diga la gente porque eso es problema de cada uno, pero es verdad que los niños son muy pesados en estos temas, siempre diciendo que vamos a hacer…lo que no deberíamos, todo el día igual, y llegaba a un punto que ya cansaba estar siempre diciendo que no. Muchas veces tengo que controlarme para no decir ninguna barbaridad de la que luego me pudiese arrepentir pero los días que estoy de mal humor me da igual todo y suelto unas barbaridades por la boca que creo que hasta me invento palabras nuevas. Mi locura llega hasta ciertos puntos, todo el mundo dice, y yo reconozco, que ciertos días estoy “rara” ó, una palabra más exacta, propensa a la locura.
Fui a la cafetería, donde estaban Daniela y Ester:
-Gracias por esperarme y por ayudarme a salir de allí, en ¬¬
-Lo siento Miranda pero yo no sé ni cómo tú has salido de allí con vida y por eso preferíamos no meternos…
-Si, claro pues que ayuda…
-Lo sentimos, por favor no te enfades.
-Bueno…pero no me enfado porque sois vosotras si no…no os volvería a dirigir nunca más la palabra -Dije de broma. Daniela y Ester se miraron de forma seria al no distinguir mi peculiar broma y yo al ver que se empezaban a preocupar les dije:
-No hombre, es broma.
-Ah, menos mal, había empezado a asustarme.
Me reí, pero Ester me preguntó:
-¿Se lo has preguntado ya?
-Que va, no me ha dado tiempo, pero es que no se que decirle.
-Dile que tú quieres con él.
-¿Y qué me dirá? Pues muy bien por ti, ¿no?
-Si es listo, cosa que más le vale serlo, no lo hará y te dirá que sí.
-Bueno pues se lo diré…
Buscamos a César y cuando lo encontramos me acobarde un poco y me puse colorada pero eso no era lo peor, lo peor era que me di cuenta de que Isabel, Saúl, Daniela, Ester, Marisa y todo su grupo más los amigos de César que estaban sentados a su lado me estaban mirando. ¡Qué vergüenza!
Porque estaba justamente delante de él, yo le quería decir todo pero no sé por qué mis labios no se movían, era una sensación extraña que no me había pasado nunca, ¿por qué no podía mover los labios? ¿Qué me pasaba?, y lo peor de todo eso fue que César se me quedó mirando y luego me preguntó “¿Tienes algo que decirme?”, como no me salían las palabras no le podía decir nada y lo único que pude hacer fue dar media vuelta y seguir todo recto hasta salir de esa tortura. Me hice paso entre toda la cantidad de gente que había, pensaba que medio instituto estaba allí, y me fui para el baño muy tranquilamente. La verdad, no sé por qué no podía moverme, estaba paralizada en todos los sentidos y lo único que pensaba era “tierra trágame”. Puede que creáis que no es para tanto, pero es porque no estuvisteis en mi situación, ni sentíais lo que yo sentía…es, como dije antes, ¡surrealista!

Capítulo 2

Pasó el día y cuando salimos del instituto, Ester me dijo:
-Miranda, yo sé que a ti no te gusta hablar del tema pero, escúchame por favor. Inténtalo.
-Que intente… ¿el qué?
-Pregúntaselo
-Ester, dame detalles, ¿Qué intento? ¿Qué pregunto? ¿A quién pregunto?
-Que le preguntes a César si a él le gustas, que lo intentes.
En ese momento me di cuenta de que César estaba justo delante mía pero al parecer Ester no le había visto y seguía hablando de él lo suficientemente fuerte como para que él, a la distancia que estaba, se enterase.
-Cállate Ester, este no es ni el momento ni el lugar adecuado para hablar del tema, por favor.
-¿Por qué?
Le di un empujoncito y le señalé con la mirada, Ester lo vio y se calló en seguida. Pasé por su lado y, Ester, sabiendo como me molesta que me hagan eso, me empujó hacia él. Yo me aparte antes de que pudiera haber pasado algo que no debería, no sé como no se dio cuenta de que estábamos hablando de él y ni tampoco de que, Ester, con todo el descaro del mundo, me empujó hacia él.
Cuando ya estábamos a una distancia prudente, le dije a Ester, un poquito enfadada:
-Ester, ¿por qué lo has hecho?
-Lo siento, ha sido sin querer.
-Sí, ya…claro.
-¿No me crees?
-No es que no te crea, es que me ha dado coraje. No sé como pasa pero siempre me tengo que chocar con él, o encontrármelo, o hablar de él, o incluso, pensar en él.
-Puede que sea una señal ¿no?
-¿Y qué me intentan decir con esa señal?
-Que primero lo intentes y luego si no pasa lo que tiene que pasar, por lo menos lo sabrás pero no podrás decir que no lo has intentado.
-Bueno…mira si te sirve de algo, me lo pensaré… ¿vale?
-Vale, con eso me conformo =)
Ester, la cualidad o el defecto que tenía era la cabezonería. No sé como pero casi siempre me convencía, era persuasiva y me conocía bien, eso era bueno por una parte y malo por otra.
Así que esa noche pensé en qué hacer.
Por una parte, si le preguntaba, por fin lo sabría y, si no quería conmigo, por lo menos estaría segura pero, como lo más seguro era que me dijese que no, no quería ponerme en ridículo delante de sus amigos y, menos, delante de él. Pero si no le preguntaba, él no sabría nunca que yo quiero con él y habría abandonado sin luchar, yo no era una cobarde ni tampoco una gallina. Así que, debido a que estaba cansada y algo nerviosa, no se cómo se me paso por la cabeza pero decidí que lo mejor era preguntárselo y aclarar de una vez por todas este tema, lo que pretendía hacer era, como siempre me encontraba con César en los pasillos del instituto, llamarlo y preguntárselo en privado porque como lo hiciese con todos sus amigos y mis amigas, se iba a liar un buen barullo y prefería evitarlo, pero en verdad, ni me imaginaba lo que iba a pasar.

Capítulo 1

Todos los padres dicen que hay que ponerse y centrarse en los estudios porque son muy importantes, y, aunque sí sean importantes, para nosotras hay cosas que importan más, como el primer chico afortunado de tenerte como novia, el primer vestido para la mejor fiesta del año, la primera fiesta en tu casa, la primera escapada nocturna a la luz de la luna y, cómo no, el primer beso, en el que crees que estaréis juntos para toda la vida.
Lo primero siempre es especial aunque haya personas que no lo reconozcan.
Y así comienza mi historia…
¿Conocéis a la típica chica que se lleva bien con casi todo el mundo, que al principio es un poco reservada pero que cuando ya la conoces bien a fondo te das cuenta de que es todo lo contrario, que es estudiosa pero sin pasarse?
Pues esa soy yo, hola me llamo Miranda y os voy a contar la historia que cambió mi vida para siempre.
Yo, como cualquier adolescente, tenía mis problemas pero también tenía lo más importante que se puede tener, unas amigas estupendas que me entendían y me escuchaban cuando las necesitaba.
Era 3 de Noviembre y dentro de un mes exactamente sería mi cumpleaños, era un día cualquiera en el instituto y estábamos en clase de matemáticas, estaba a punto de tocar la campana anunciando el primer recreo. Mis amigas y yo bajamos al patio del recreo y nos pusimos en el sitio preferido de Noemi.
-Noemi, tú sabes que yo te adoro pero me estoy muriendo de frío, ¿podemos irnos adentro?
-Miranda, ¿todavía no te has enterado? A Noemi le gusta uno de esos niños de ahí. Dijo Daniela señalando a un grupo de chicos que estaba enfrente nuestra.
-Ya, ya lo sé. Era Mike ¿no?
-Cállate, te va a oír.
-¿Ese? Si está más sordo…no creo que fuese capaz de oír una bocina aunque se la introduzcan en el oído.
-Eso es verdad Noemi, está un poquito sordo.
-Bueno pero a mí me gusta así.
-¿Te gustan los sordos? Que rara eres.
-No, no te equivoques Daniela, no me gustan los sordos pero si él está sordo no me importa.
-Pues ya te tiene que gustar mucho porque no le falta de nada. Es feo, está sordo, y encima ciego porque llevamos un rato mirándolo y no se inmuta.
-Eso no es de ser ciego, eso es de ser tonto.
-Oye, no te pases, puede que feo sea y sordo también pero ciego, no.
-Sí, sí que está ciego porque no se da cuenta que una chica tan especial como tú quiere con él.
-Gracias Miranda, eres la mejor.
-Muy bonito, me encanta la parte que me toca.
-Jajaja, que se pone celosa.
-Pero Daniela, todas sois las mejores para mí. Dijo Noemi con cariño y acabamos abrazándonos todas.
-Oye Ester, ¿me acompañas al baño?
-Sí claro, ahora volvemos ¿vale?
-Vale, no tardéis mucho.
Ester y yo nos fuimos al baño pero por el pasillo nos encontramos con César, el chico que me gusta, me puse roja y lo miré entonces me di cuenta de que me miró y me sonrió, entonces Ester me dijo:
-Ya sé por qué querías ir al baño.
-¿Por qué lo dices?
-No soy tonta Miranda, me he dado cuenta que os habéis mirado muy efusivamente, eso es algo.
-Ester, que yo quiera con él no significa que él quiera conmigo.
-Ya, pero yo creo que tu sí le gustas a él.
-No digas tonterías…él no quiere conmigo…
-¿Eso, en qué mundo?
-Pues en mi mundo, Ester, en el mundo real, en el de todos.
-Eso no te lo crees ni tú Miranda, yo veo como te mira y como tú le miras a él, es obvio.
-¿Obvio? ¿Para quién? un ciego, ¿no?
-No, obvio para cualquier ojo humano, guapa.
-No digas más tonterías y vamos ya al baño, anda.
-Bueno vale pero esta conversación no acaba aquí, ¿vale?
-Vale vale, pero por ahora dejémoslo, no tengo ganas de hablar más del tema.
-¿Te pasa algo?
-¿A mí? No, nada. ¿Por?
-No se, me ha dado la impresión de que sí te pasaba algo.
-No, no me pasa nada -Dije dirigiéndome hacia el baño.
Cuando salimos del baño Ester y yo fuimos a reunirnos con Daniela y Noemí.
-Menos mal que os dije que no tardaseis, en.
-Es que nos hemos encontrado con alguien y…
-¿Con quién?
-Con…
Yo no quería responder, pero Ester me miro con cara de “mejor que se lo digas” y entonces dije:
-Con César, que salía del baño.
-Miranda, a César le gustas
Yo pensando “otra…¬¬” pero no me atreví, y solo me salió un tonto “no”.
-¿Cómo que no? Eso es una tontería.
Ester, que sabía que estaba triste, dijo:
-Bueno vamos a dejar el tema.
-Si, por favor -Dije aliviada
-Vale, ¿pero pasa algo?
-No, nada. ¿Por qué decís eso?
-¿Cómo?
-Es que, eso, me lo preguntó Ester antes.
-Sí, porque parecías triste.
Daniela terminó la frase de Ester.
-…igual que ahora.
-No estoy triste -Dije riéndome
En realidad, lo que me pasaba es que no quería hablar del tema. Quería olvidarme de él porque sabía que él nunca querría conmigo, pero no sabía cómo. Para mí era perfecto y no podía parar de pensar en él, para mí era imposible olvidarme de César pero sería algo que tendría que lograr, y lo tendría que lograr sola.

Sipnosis!!

Hola, bueno pues este blog trata sobre los típicos problemas que puede tener una chica como nosotras. Problemas familiares, problemas amorosos, problemas con amigas...
lo tipico =) Esta es mi forma de desahogarme y espero que al leerlo os sintáis identificadas =)
Esta es una historia totalmente real, no me e inventado nada excepto los nombres y espero que al leerla os déis cuenta de la clase de niños que hay por ahí!
Es increíble ver como el mayor de los gilipollas está tan cerca de ti y tú, al principio, no lo sabías.
Os recomiendo leerla ;)