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viernes, 29 de enero de 2010

Capitulo 3

Al día siguiente les pedí a Ester y a Daniela que me acompañasen a preguntárselo en el recreo, me dijeron que sí pero que ellas solo me acompañaban porque no lo conocían de nada. Yo solamente conocía a César por varias cosas, la primera, es el vecino de mi abuela, la segunda es que fue el “novio” de una amiga mía y la tercera, que algunas veces me pegaba cates y yo salía corriendo detrás de él. César era un año mayor que yo, y me extrañaba un poco que hiciese eso, pero a mí me daba igual, básicamente, porque me gustaba.

Llegó el recreo y Daniela se fue a comprar un bocadillo mientras que Ester hablaba conmigo.
-¿Qué le ha pasado a Noemi que hoy no ha venido?
-Que está mala. Oye, ¿Qué le vas a decir?
-¿A quién?
-A César.
-Pues nada, bueno le diré que él a mí me gusta y si yo no le gusto a él, pues…nada, supongo.
-Seguro que te dice que sí.
-O puede que no…=(
Bajamos las escaleras de la primera planta y fuimos a la cafetería dónde nos esperaba Daniela con un bocadillo más grande que su brazo. Daniela era muy comilona y casi siempre se tomaba un bocadillo enorme, como el que se estaba tomando ahora mismo.
-Vamos al baño, César siempre está por ahí y si nos lo encontramos se lo puedes preguntar ¿no?
-Sí, aunque… ahora no estoy yo muy segura de querer preguntárselo, la verdad.
-No me digas eso Miranda, no eres una cobarde, pregúntaselo.
-Bueno vale…
En verdad no estaba muy segura de lo que iba a hacer, me acercaría a él y luego qué. No tenía ni idea qué decir ó qué hacer, estaba muy nerviosa como para pensar algo y lo que pensé en decirle antes tampoco me convencía. Puede que ese fuese uno de mis muchos defectos, la mayoría de las veces hacía las cosas sin pensar y eso, al fin y al cabo, podía resultar un problema por muchas razones. Yo no pensaba las cosas mucho, pero cuando quería podía pasarme la noche en vela pensando en qué hacer y cómo solucionarlo, como hice esa vez. Lo malo es que pasarse toda una noche sin dormir, aparte de que luego influye bastante en el aspecto de tu cara por la mañana, te debilita mental y físicamente, en resumen, que me estaba cayendo de sueño por no haber dormido lo suficiente y eso, por una parte, influía.
Fuimos al baño y como cada recreo él estaba en la puerta del baño con sus amigos. Yo no conocía a casi ninguno perfectamente, pero por lo poco que los conocía eran simpáticos y me caían muy bien.
Entramos todas en el baño, es decir, Daniela, Ester y yo.
-Miranda, corre, pregúntaselo y no esperes más.
-Por favor Ester no seas más pesada, se lo preguntaré cuando yo vea que es el mejor momento.
En ese momento, Marisa y su grupo de amigas inseparables se acercaron a mí y me preguntaron.
-¿Qué le vas a decir a César?
Yo estaba pensando en responderle “¿y a ustedes qué os importa?” pero me contuve las ganas. No es que me llevase mal con ellas, simplemente es que siempre se metían en los asuntos privados de la gente y eso me molestaba un poco, además no se cómo lo hacían pero siempre se enteraban de todo y eso me frustraba. Así que dije:
-Nada, no le voy a decir nada, ¿por qué lo preguntas?
-Ah…por nada, es que oí que le ibas a decir algo muy importante
-¿Como qué?
-No sé, tu sabrás…es a ti a la que le gusta ¿no?
-¿Quién te ha dicho eso?
-Nadie, no ha hecho falta, se te nota un poco.
-Tú no sabes nada.
-Puede que no, pero no olvides que yo siempre me acabo enterando de todo, te guste ó no.
-Me aseguraré de que esta vez sea diferente -Dije entre dientes mientras se alejaba.
-Que mal rato.
-Dímelo a mí Daniela, dímelo a mí
-Miranda es mejor que se lo digas cuanto antes.
-Ya, ya lo sé, pero no sé cómo
-Mira nosotras lo agarramos y tú le dices todo lo que le tengas que decir y si te dice que no cuando no estés delante, Daniela y yo le amenazamos y ya verás como te dice que sí.
-Gracias Ester pero, me parece que esto es mejor hacerlo sin amenazas de ningún tipo, por favor.
-Bueno vale, pero no te prometemos nada ¿vale?
-Vale, con eso me basta -Dije riéndome.
Cuando salimos del baño, César y su grupo ya se había ido, y no me extrañaba nada porque nos habíamos pasado un buen rato en el baño discutiendo. Íbamos hacia el final del pasillo cuando Isabel, la ex novia de César, me paró.
-¿A ti que te gusta César?
Yo no sabía que responder porque estaba muerta de vergüenza, ante todo yo sabía que tenía que decir que no para no armar un lío del que no sabía si iba a poder salir, pero de repente llegó un chaval bajito que al parecer se llamaba Saúl al que no conocía de nada. Pero supe inmediatamente que se llamaba así porque Isabel le gritó:
-¡Cállate Saúl!
Pensé “¡qué pulmones tiene! Porque para gritar así…hacía falta unos bien grandes, no me ha dejado sorda de casualidad”, Isabel prosiguió:
-No le hagas caso, el pobre nació con el don de la inoportunidad. Bueno, ¿por dónde íbamos?
-Me preguntaste una cosa pero ahora mismo no caigo qué fue -Dije haciéndome la tonta.
-Ah, ya me acuerdo. ¿Te gusta César?
-Mmmm…
-“Mmmm…” ¿es sí?
-No…
-¿Seguro?
-No.
-Entonces es sí ¿no?
-Sí…-Dije en voz muy bajita, pero no debió oírme porque repitió.
-¿No?
-Sí…-Dije un poquito más fuerte.
-¿Y qué le vas a pedir salir?
-No sé…
-Amm, ya veo. Bueno pues como te diga que no…Dijo crujiéndose los dedos de las manos.
En ese momento me asusté un poquito porque yo la conocía poco pero, por lo poco que la conocía, era bastante bruta, como yo. Pero no dije nada, en verdad no sabía que decir, esa situación me superaba. Yo no sabía, en ese momento, que Isabel era la “ex” de César pero si lo hubiese sabido, hubiese hecho dos cosas. La primera, no decirle que a mí me gustaba César y la segunda…me habría desmayado allí mismo. Lo que me estaba pasando era surrealista, no me lo podía creer, pensad en cómo habríais reaccionado y lo que hubieseis hecho, resulta complicado ¿verdad?
Bueno pues, debido a esas circunstancias solo se me ocurría hacer una cosa, salir de allí. Así que me fui lo más rápido que pude, pero poco me duró mi soledad porque de repente Saúl me llamó por la espalda y me dijo:
-Si estás buscando a César, no está por ahí. Ven, yo te llevaré con él.
-Gracias pero no lo estoy buscando, estoy buscando a Daniela y a Ester que han debido de irse cuando Isabel me ha parado en medio del pasillo.
-Da un poco de miedo ¿verdad?
-Un poquito…
-No es nada personal, creo.
-Amm…gracias.
Di media vuelta y seguí hacia delante pero entonces Saúl me empujó hasta el final del pasillo.
-¿Qué haces?
-Llevándote hacia donde está César.
-¿Para qué?
-Pues para que le digas lo qué le tenías que decir ¿no?
-Bueno…ya se lo diré cuando lo vea de pasada por los pasillos, gracias de todas formas.
-¿Seguro?
-Sí, claro…cómo no -Dije no muy convencida.
En realidad, en ese momento no tenía ganas de hablar del tema y no estaba nada segura de que se lo quisiera decir. Ya lo sabía demasiada gente y si esto seguía así, al final, lo iba a acabar sabiendo todo el instituto, y yo no quería eso, simplemente por el hecho de que a la gente le gusta mucho hablar. A mí no me importa lo que diga la gente porque eso es problema de cada uno, pero es verdad que los niños son muy pesados en estos temas, siempre diciendo que vamos a hacer…lo que no deberíamos, todo el día igual, y llegaba a un punto que ya cansaba estar siempre diciendo que no. Muchas veces tengo que controlarme para no decir ninguna barbaridad de la que luego me pudiese arrepentir pero los días que estoy de mal humor me da igual todo y suelto unas barbaridades por la boca que creo que hasta me invento palabras nuevas. Mi locura llega hasta ciertos puntos, todo el mundo dice, y yo reconozco, que ciertos días estoy “rara” ó, una palabra más exacta, propensa a la locura.
Fui a la cafetería, donde estaban Daniela y Ester:
-Gracias por esperarme y por ayudarme a salir de allí, en ¬¬
-Lo siento Miranda pero yo no sé ni cómo tú has salido de allí con vida y por eso preferíamos no meternos…
-Si, claro pues que ayuda…
-Lo sentimos, por favor no te enfades.
-Bueno…pero no me enfado porque sois vosotras si no…no os volvería a dirigir nunca más la palabra -Dije de broma. Daniela y Ester se miraron de forma seria al no distinguir mi peculiar broma y yo al ver que se empezaban a preocupar les dije:
-No hombre, es broma.
-Ah, menos mal, había empezado a asustarme.
Me reí, pero Ester me preguntó:
-¿Se lo has preguntado ya?
-Que va, no me ha dado tiempo, pero es que no se que decirle.
-Dile que tú quieres con él.
-¿Y qué me dirá? Pues muy bien por ti, ¿no?
-Si es listo, cosa que más le vale serlo, no lo hará y te dirá que sí.
-Bueno pues se lo diré…
Buscamos a César y cuando lo encontramos me acobarde un poco y me puse colorada pero eso no era lo peor, lo peor era que me di cuenta de que Isabel, Saúl, Daniela, Ester, Marisa y todo su grupo más los amigos de César que estaban sentados a su lado me estaban mirando. ¡Qué vergüenza!
Porque estaba justamente delante de él, yo le quería decir todo pero no sé por qué mis labios no se movían, era una sensación extraña que no me había pasado nunca, ¿por qué no podía mover los labios? ¿Qué me pasaba?, y lo peor de todo eso fue que César se me quedó mirando y luego me preguntó “¿Tienes algo que decirme?”, como no me salían las palabras no le podía decir nada y lo único que pude hacer fue dar media vuelta y seguir todo recto hasta salir de esa tortura. Me hice paso entre toda la cantidad de gente que había, pensaba que medio instituto estaba allí, y me fui para el baño muy tranquilamente. La verdad, no sé por qué no podía moverme, estaba paralizada en todos los sentidos y lo único que pensaba era “tierra trágame”. Puede que creáis que no es para tanto, pero es porque no estuvisteis en mi situación, ni sentíais lo que yo sentía…es, como dije antes, ¡surrealista!

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