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viernes, 29 de enero de 2010

Capítulo 4

Tocó la campana del recreo y tuve que volver a clase yo sola, sin la agradable compañía ni de Daniela ni de Ester, y para colmo tocaba mi clase preferida, “Matemáticas”, pensé con sarcasmo.
En la clase de Matemáticas no pude pensar con claridad, bueno, en verdad yo en clase de Matemáticas casi nunca pensaba con claridad pero esa vez fue mucho peor. Yo no quería que tocase la campana anunciando el recreo porque, entonces, se armaría una buena en los pasillos pero era algo que no podría evitar, desgraciadamente.
Cuando ya acabaron todas las clases, cómo no…, tocó la campana anunciando el recreo. Salí de la clase y fui al baño de la planta baja, que casualidad que justamente delante hay unos bancos y César y sus amigos estaban estudiando en uno de ellos. De repente se me quitaron las ganas de ir al baño, más que nada porque no quería pasar por allí, pero Daniela sí quería ir al baño así que al final tuve que pasar por allí. Cuando estaba pasando por su lado, le miré y me di cuenta de que todos sus amigos estaban mirándome pero, a diferencia de otras veces, él ni siquiera notó que estaba allí. Ni una mirada, ni una sonrisa…nada. Yo sabía que algo pasaba, él no se portaba tan fríamente conmigo así porque sí, no era normal.
Sería porque a lo mejor sabía por qué quería hablar con él, o a lo mejor porque no sentía lo mismo y prefería guardar distancias. En cualquier caso, todo apuntaba a qué no quería conmigo, no quería que le preguntase, así que decidí no volver al tema y dejarlo estar.
Cuando ya acabó el instituto me dirigí a casa y por el camino Ester estuvo hablando conmigo:
-Miranda, ¿qué ha pasado?
-¿Cómo que “qué ha pasado”?
-Con el tema de César, que al final no se lo has dicho…
-Es que me parecía que no era buen momento, estaba estudiando, no quería molestarle.
-Ya…
Continuamos andando hasta que llegue a la esquina de mi casa y dije:
-Bueno Ester, yo me voy a ir yendo a mi casa, que ya es tarde.
-Vale. ¿Me llamas?
-Claro…Dije un poco tristona pero continué andando.
Cabizbaja, miraba la sucia acera de la calle mientras un silencio me consumía.
Cuando llegué a casa comí, hice la tarea y me fui a la academia de inglés. No era un día fuera de lo normal excepto por lo que había sucedido está mañana en el instituto e intentando borrar la imagen de César de mi cabeza entré otra vez en casa.
-Mamá, por favor, ¿me puedo poner en el ordenador?
-¿Has hecho la tarea?
-Sí. La hice después de comer.
-Bueno entonces vale, ponte en el ordenador pero no por mucho tiempo, que vamos a cenar.
-Vale.
Fui a mi habitación donde estaba el ordenador, lo encendí y me conecté. Tenía muchos comentarios, mis amigas me hablaban por el Chat y tenía una nueva petición de amistad. ¿Quién sería?
Hice clic para descubrir quien era la persona que me había mandado esa petición y… ¿A qué no adivináis quién era?
Era…
-¡César! –Dije sobresaltada, ¿cómo sabía que yo estaba registrada en esta página?
La verdad es que, yo, unos días antes estuve buscándolo pero no lo encontré así que me rendí y no lo busqué más pero es que, ahora, ¡era él el que me había encontrado!
Le di a aceptar como amigo, por supuesto, y resultó que estaba conectado a la misma vez que yo y me dijo “Hola” yo no sabía que contestarle, estaba nerviosa y me temblaba el pulso. No podía ni escribir, ¡no sabía que escribir! Pero al final contesté lo más simple del mundo:
-Hola, ¿qué tal?
-Bien, ¿y tú?
-Bien…
-Oye, ¿me puedes explicar que ha pasado hoy en el instituto?
-Pues… ¿No te has dado cuenta aún?
-Darme cuenta… ¿De qué?
-Pues… (Me temblaba el pulso) de que… ¿En serio que no te has dado cuenta?
-No, bueno lo único que sé es que ¿querías decirme algo?
-Sí…bueno…en verdad yo quería decírtelo mejor en privado en vez de con toda la gente que venía detrás mía, yo creo que todo el instituto estaba allí, pff…
-Jajaja, podría ser. Bueno ¿qué es lo que querías decirme?
-Pues, voy a ser clara ¿vale?
-Vale.
-Me gustas… (No sabía cómo fui capaz de decir tal cosa)
-¿En serio?
-Sí…
-Es broma ¿verdad?
-No. Yo no bromeo con estas cosas
-¿En serio que te gusto?
-Sí…
-No me lo puedo creer.
-¿Por qué no?
-Porque yo te gusto a ti…y tú…me gustas a mí.
Me quedé sorprendida y colorada al leer esto. No podía creer lo que pasaba. Vamos a ver, me lleve un mes estero intentando localizarlo y ni rastro de él, y él, en una tarde, me encuentra. Era… (Mi palabra favorita) surrealista.
-¿En serio? Es broma ¿verdad?
-No, no es broma…
-Entonces… ¿por qué has pasado hoy de mí?
-Es que trajiste a un regimiento detrás tuya.
-Jajaja, no lo llevé, vinieron porque quisieron.
-Bueno, la cuestión es que no quería que me dijeras nada delante de esos porque son unos cotillas.
-¿Cotillas? Bueno…un poquito.
-Querrás decir bastante ¿no?
-Sí
-Jajaja
-Bueno, y entonces… ¿Qué quieres hacer?
-No sé…pero si quieres salir conmigo pongo una condición.
En ese momento pensé que no quería que una relación tuviese condiciones. ¿Qué era una relación o un trato? Desde luego, los niños tienen muy mala mano para estas cosas pero como a mí me gustaba mucho y, muy a mi pesar, pregunté:
-¿Qué condición?
-Que no lo sepa nadie.
-Vale, pero… ¿por qué?
-Porque la gente es muy cotilla y no quiero que estén todo el día hablando de mí.
Yo pensaba que lo que los demás dijeran era problema de cada uno. Que a la gente le gusta mucho hablar, y si es sobre los demás mejor, pero que si no hablan de ti por una cosa, hablan de ti por otra. Me daba un poco de coraje que fuese así. Le importaba mucho lo que dijera la gente sobre él y no quería ser el centro de atención de nada, solo quería pasar desapercibido por los pasillos del instituto.
Pero por probar no iba a pasar nada así que dije:
-Bueno vale, no se lo diré a nadie no te preocupes.
-Vale.
-Bueno César me tengo que ir a cenar, es que me están llamando.
-Vale, hasta mañana, te quiero.
-Y yo, adiós =)
Fui a la cocina tranquila, como si nada hubiera pasado, pero en verdad no me lo podía creer. Estuve todo el día detrás de él, me monté yo sola una paranoia impresionante y al final, por Internet, se soluciona todo. Las maravillas del Internet son increíbles y lo mejor de todo, hacen milagros.
Cuando terminé de cenar me fui a mi habitación a asimilar todo lo que había ocurrido.

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